Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim, o Theophrastus Bombast von Hohenheim, conocido como Paracelso o Teofrasto Paracelso (n. en Zúrich, en la Teufelsbrücke, Einsiedeln, 10 de noviembre de 1493 – Salzburgo, 24 de septiembre de 1541), fue un alquimista, médico y astrólogo suizo. Fue conocido porque se creía que había logrado la transmutación del plomo en oro mediante procedimientos alquimistas y por haberle dado al zinc su nombre, llamándolo zincum.
El nombre Paracelso (Paracelsus, en latín), que escogió para sí mismo y por el que es generalmente conocido, significa «superior aCelso», un médico romano del siglo I.
La primera ordenación de hadas publicada en un libro se la debemos a Paracelso en su obra Libro de Ninfas, Sílfides, Pigmeos y Salamandras y Demás Espíritus:
"...Viven en los cuatro elementos: las ninfas en el agua, las sílfides en el aire, los pigmeos en la tierra, y las salamandras en el fuego. Se les llama también ondinas, silvestres, gnomos, vulcanos, etc. Así como los peces viven en el agua, que es su elemento, cada ser vive en su propio elemento.
Por ejemplo, el elemento en que el hombre respira y vive es el aire; pero para las ondinas el agua representa lo que el aire para nostros. El elemento de los gnomos es la tierra, y atraviesan las rocas, paredes y piedras como un espíritu, porque tales cosas no son para ellos más grandes obstáculos que lo que el aire es para nosotros.
En el mismo sentido, el fuego es el aire en el que viven las salamandras; pero los silvestres o sílfides son los que se hallan en más cercana relación con nosotros, porque viven en el aire."
Paracelso ordena a los seres de la naturaleza según al elemento al que pertenecen. Esta clasificación es muy válida ya que responde a la naturaleza de estos seres mágicos.
En el aire encontramos a seres poderosos e invisibles que silban y crean remolinos empujados por espíritus de enigmático carácter.
En el agua encontramos la fuente de la vida; los ríos poseen poder, la fuerza y el origen, al igual que pueden dar la vida también la pueden quitar. Desbordantes ríos pueden arrasar todo lo que encuentren a su paso.
Por otro lado, la tierra es la madre de la vegetación; bosques y fauna se nutren y viven de la tierra que los ha generado.
Y el fuego, ese creador y destructor sin el cual no podemos vivir y que nos ha acompañado desde la noche de los tiempos. El fuego ardiente del cual dependemos y cuyo padre es el sol, posee sus propios espíritus.