A medida que los romanos se expandían por Europa, las hadas tomaron mayor protagonismo en otras zonas del continente como las Galias o Inglaterra.
Los celtas adoraban a estos seres, y la romanización lo que hizo fue darles los nombres qu hoy en día conocemos. Si acudimos al francés antiguo, la palabra "feé" no significa exactamente hada, sino "encanto" o "hechizo".
Así que durante la romanización las hadas conocen una etapa de expansión, que queda truncada con la aparición del crisitianismo. Hasta la expansión del cristianismo, los espíritus de la naturaleza tenían diferentes nombres para representar a las hadas como seres espirituales y mágicos.
Para aquellas culturas que compartían aspectos celtas y romanos, no les fue extraño que bellas doncellas se iniciasen como sacerdotisas de deidades como Diana, Artemis o Hécate. Aunque en ocasiones eran temidas por sus conocimientos secretos, su contacto con los espíritus de la naturaleza y por sus artes mágicas. Séneca las describió como "las que recorren los bosques ocultos con desnudo pie". Se les atribuía capacidades como:
- "Congregar lluvias, detener la marea, hacer que la tierra dé mieses
en invierno y flores en estío, que las ondas del Fasis tornen a su
fuente y el Istro detenga sus aguas. Al imperio de la voz de Medea
huyen las nubes, se embravecen los vientos, para el sol su carrera y
descienden las estrellas dóciles al conjuro".
Todavía quedan pruebas de la conexión entre las hadas y las antiguas deidades gracias a los dólmenes y los círculos de piedra, como un gran menhir en Bretaña derrumbado por un terremoto en 1722, conocido como Piedra de las Hadas, y Stonehenge, al que siempre han relacionado con las hadas.
Pero el cristianismo no vio con buenos ojos aquellos rituales paganos. En un principio no pudo luchar contra aquellas creencias tan arraigadas y tuvo que convivir con ellas, pero poco a poco fue desplazando a todas aquellas diosas y acusó a las hadas de ser brujas al servicio del demonio. De este modo las más famosas hadas celtas han pasado a la historia como brujas.
Un ejemplo es Morgan Le Fey, cuya traducción sería Hada Morgana. Según se cree, sería una de las diosas de la Britannia pagana. Morgana pertenecía al clan de las divinidades nacidas de la diosa Dana, que rige el amor y la guerra, y que posee el don de la profecía, y su nombre está relacionado con las doncellas marinas. Parece ser que su residencia siempre está situada en bosques e islas.
Otra famosa hada era la conocida como Hada Viviana, más conocida como la Dama del Lago, de la cual se dice que es nieta de la diosa Diana "la Cazadora". La Dama del Lago y Morgana se relacionaban con Avalon, la mítica isla poblada de hadas que aparece y desaparece en la bruma. Sin embrago tanto Morgana como Viviana han pasado a la historia como brujas en lugar de sacerdotisas adoradoras de las diosas de la naturaleza.
La condena definitiva que recibieron las hadas para convertirse en demonios, según el cristianismo, provino indirectamente de Shakespeare. En "El Sueño de una noche de verano" podemos leer la declaración que hace Oberon, rey de las hadas, al duende Puck:
"Pero nosotros somos espíritus de otro tipo."
Con esta frase, Shakespeare, se protegía contra posibles acusaciones de brujería, tan frecuentes en aquella época.
A pesar de los esfuerzos de la nueva religión, la gente seguía creyendo en las hadas. Hombre, niños y mujeres del campo y ciudades estaban convencidos de que estos seres mágicos vivían cerca de ellos. Así que la Iglesia tuvo que responder a la pregunta de quiénes eran aquellos seres.
Por un lado se entendía que no eran humanos. El catolicismo quería presentarlos como demonios pero la gente consideraba que en general eran inofensivos y que en más de una ocasión les ayudaban.
Para la Iglesia era complicado aceptar la existencia de seres "semi-divinos" que no procedían de su religión. Por lo que es normal que lo Dioses y seres semi-divinos de una religión pasen a ser los demonios de la nueva religión.
Genial el articulo!
ResponderEliminarMorgana siempre ha sido uno de mis personajes artúricos favoritos.
Un beso!